lunes, 29 de diciembre de 2008

MEMORIAS DE UN CARPINTERO

Emmanuel es un anciano palestino del siglo I d.c. que espera pacientemente el final de sus días rodeado de su mujer, sus hijos y alguno de sus hermanos. Hace algún tiempo que oye relatar la vida y milagros de un hombre de su tierra que presenta numerosas similitudes y paralelismos con su propia vida, aunque él está completamente seguro de tratarse de otra persona.
Emmanuel se lanza a relatar todos los recuerdos que guarda de su paso por este mundo, algunos propios, otros relatados por sus padres durante su infancia. Con un estilo que en un principio resulta evocador y ligero, Emmanuel repasa las etapas de su vida que lo llevaron a convertirse en adulto. La aparición de su primo David, su relación con sus hermanos Judas y Jacob, la llegada a su vida de su gran amor, Miriam... La muerte de su padre marca el final de la infancia de Emmanuel, y su entrada en el difícil mundo de los adultos.
En un segundo momento sus recuerdos se vuelven más trascendentes, y ello se refleja en su forma de escribir. Emmnanuel recuerda su pensamiento de aquellos años, su periplo por el mundo, su convivencia con sus compañeros y sus diferencias con el poder establecido, con el costumbrismo, con la realidad opresiva y oprimida de sus compatriotas, aplastados bajo la suela de tantos dirigentes que demandaban a diario su ración correspondiente de oro y sangre. El nacimiento de su grupo de simpatizantes, su desarrollo posterior, sus enfrentamientos con ese poder opresor que desembocará en la única salida posible.
Por último, Emmanuel recuerda la última etapa de aquella su anterior vida, como él mismo la llama. Sus recuerdos se vuelven más íntimos, más personales, en la mayoría de los casos son más sentimientos y sensaciones que recuerdos propiamente dichos. Su escritura se vuelve más pesada, más desgarradora, casi dolorosa y dura de leer, tanto como lo son sus recuerdos del cuero del látigo, la madera del patíbulo, o el oxidado hierro de los clavos.
La obra está escrita en tres partes, tres Gracias, como él las llama, y un epílogo a modo de corolario que él mismo denomina como Amén. Aquí es donde Emmanuel relata cómo terminaron sus vidas los protagonistas de la historia de su propia vida. Procuradores, sacerdotes, reyes, hermanos y parientes... Emmanuel recuerda amargamente aquellos días que tanto se parecieron a los que las gentes relatan, relativos a aquel tal Jesús con el que Emmanuel nunca se cruzó, a pesar de compartir con él infancia, lugar de residencia, y tortura en la cruz. Tan parecidos y tan diferentes, pues nunca ningún dios vino a visitar a Emmanuel ni a liberar u obstruir su camino con obstáculos sobrenaturales.

2 comentarios:

  1. OYEEEEEE!!!!!Pararos un momento y leer mi comentario que sera mas importante que el blog de este muchacho....Bueno es bromita decir que este libro es una pasada,podria decir que es el mejor que me he leido y os aseguro que me he leido unos cuantos...Me hizo pensar en muchas cosas y hacer grandes reflexiones,vamos que desde aqui felecitar al autor y lo animo para que siga escribiendo más.
    BESOS yo misma

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  2. Bueno, más vale tarde que nunca!!! Acabo de volver por aquí, y me he quedado gratamente sorprendido de este comentario.
    Muchas y remuchas gracias, Anónima. Espero seguir leyéndote por aquí.

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