lunes, 29 de diciembre de 2008

EL FINAL DE LA PARTIDA

El Final de la Partida es una ópera juvenil con tintes de tragedia escrita en prosa, con su propia banda sonora que aparece diseminada por doquier entre sus páginas, donde los protagonistas aluden a los temas musicales que marcan los momentos más intensos de sus jóvenes vidas.
Los Golfos son un grupo de rock que pasan los días de verano holgazaneando y ensayando sus canciones mientras viven todo lo deprisa que su edad y sus recursos se lo permiten. Pero en realidad son mucho más que los cuatro componentes del grupo. A Negro, Cabeza, Grande y Niño se les une toda una corte de amigos de todos los perfiles, que son los que en realidad forman la auténtica comunidad que se agrupa bajo el nombre de los Golfos.
Los Cazadores forman la antítesis de los Golfos, aunque en realidad bien podrían ser un auténtico alter ego de los mismos. Comparten inquietudes, gustos, ambiciones, sueños, esperanzas y desesperanzas... Al igual que los Golfos, los Cazadores también son algo más que un grupo de rock, y forman una comunidad tan similar a los primeros que podrían tratarse incluso de comunidades afines.
Golfos y Cazadores mantienen una enconada rivalidad, materializada por los componentes de ambas bandas de rock, que se arriesgan en una serie de retos en la que los unos pretenden quedar por encima de los otros, en una carrera hacia ninguna parte en la que el peligro real es cada vez más intenso e inevitable.
En medio de esta vertiginosa y turbulenta vida adolescente, un macroconcierto viene a añadir más leña a un fuego que no la necesita para nada. El reto más peligroso está servido a la finalización del concierto, y en él Negro y Toni solucionarán de una vez por todas la cuestión del liderazgo en la ciudad.
El Final de la Partida trata, en definitiva, de abordar la eterna y atemporal problemática de una juventud perdida, ignorada, olvidada, a la que todo el mundo dice proteger y por la que todo el mundo afirma desvivirse, pero que en realidad deambula sola por el mundo a la búsqueda de su propio camino, de su propio lugar, de su propia identidad. Disfrazada de unos aparatosos fuegos de artificio, en realidad no es más que un canto impotente a favor de esa etapa de las vidas de todos nosotros que con tanta facilidad es ignorada en cuanto las olas de la vida adulta nos absorven para colocarnos en su cresta o para sumergirnos en el fondo del lodazal.

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